Y sigo esperando a que me lleves a París, y que nos perdamos por cada una de las calles de la ciudad del amor y vayamos besándonos delante de todos los monumentos, en un barco en el rio Sena, debajo y encima de la Torre Eiffel, por cada rincón que haya... sin necesidad de escusas o pretextos.
Que recorramos todos los puentes y dejemos nuestro legado en cada uno de ellos (nuestro candado) que me des la llave y yo la tire, nos miremos a los ojos y nos volvamos a besar. Entonces, en ese preciso instante nos daremos cuenta de que nos necesitamos para sobrevivir en este mundo de locos y maniacos...
Este es ese instante de felicidad, nuestro instante de felicidad parisino...
Sugus de limon
Mientras tomamos un ultimo sorbo al café de cada día: con el corazón marcado a fuego, colgando en las manos, y las alas hechas de hierro, por tanta guerra, escribimos, sin lugar concreto, sin tiempo fijo, solo dos chicas, luchadoras, sin un sitio donde encajar, de muchos colores (y en muchas ocasiones) dificiles de tragar.
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sábado, 2 de agosto de 2014
Paris: la ciudad del amor
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